Salimos en vehículo, rodando durante una hora por pista, en dirección a la aldea de Antoetra.
Los Zafimaniry ocupan la parte sur de las tierras centrales. Son un subgrupo de los Betsileos, muy famosos por su trabajo artesanal de talla en madera.
Actualmente, alrededor de unos 25.000 Zafimaniry viven en 52 aldeas dispersas entre valles, montañas y selva.de la región, que son el refugio de los últimos animistas.
Nosotros visitamos una de las aldeas más cercanas a Antoetra, denominada Ifasina.
Para conocer otras más alejadas, se necesitaría hacer treekings de mayor dificultad, de tres días de duración y pernoctar en sus aldeas. Hemos creído que con la excursión de un día andando 4 horas de ida y otras tantas de regreso, era suficiente para tener una idea de esta cultura.
Una vez con la furgoneta aparcada, viene a nuestro encuentro un muchacho de la aldea de Ifasina, que nos hará de guía durante el treeking.
La caminata transcurre por terreno seco, con mucho matorral bajo, alternando zonas boscosas.
Todo en constante ascensión, a excepción de medio kilómetro en el que el descendemos por cauces del agua de la lluvia, entre rocas horadadas.
Durante el trayecto, observamos mucha vida silvestre: Hormigas, gusanos, tijeretas, lombrices, camaleones, lagartos, topos, puerco-espines, un águila real y muchas flores y helechos.
La montaña y su paisaje nos recuerda al macizo de los Andes en el recorrido del camino del Inca.
Aunque la dificultad es media, hay algunos momentos en los que tenemos que fijarnos muy bien donde ponemos los pies, pues hay zanjas, cuencas, atravesamos surcos de la lluvia, canalillos, cunetas y cauces. Por cierto un componente de conmasde70, amanece con un gran hematoma debido a la caída de la excursión de ayer. Lo prometido es deuda y cuelgo la foto multicolor.
Conmasde70, no se pueden hacer más de dos cosas a la vez. Si se camina no debemos hacer fotos, si se contempla extasiado el paisaje, no deberíamos caminar. El fin es evitar al máximo cualquier percance que pudiera entorpecer la marcha del grupo y la propia continuidad del viaje.
La ascensión se las trae. Empezamos a cansarnos cuando se decide parar y comer el picnic. De vez en cuando nos cruzamos con muchachos cargados con fardos. Al no haber carreteras, todo se hace a través de el mismo sendero. ¡Aquí se palpa el aislamiento escogido por los Zafimaniry!
Una vez ascendida la última cuesta, divisamos, a lo lejos la pequeña aldea de Ifasina. Todas las casas son de madera con sus techos de tablones de caña.
Se respira mucha tranquilidad, tan solo se oye un ligero murmullo de niños que sin duda nos han visto a lo lejos.
Enseguida nos rodean manteniendo una distancia prudencial. Casi todos van descalzos, con sus vestidos sucios de barro y muy gastados. Destaca el bonito y colorido diseño de los gorros de rafia que llevan las niñas y mujeres.
Como un protocolo a seguir, tenemos que visitar al jefe de la aldea que nos invita a su casa. Sus puertas y ventanas están labradas con bellos dibujos geométricos.
La mejor época para la visita de estas aldeas es de mayo a octubre. Durante la estación de lluvias los caminos y senderos se hallan por completo impracticables.
Una vez en la aldea, merodeamos entre sus casas. Sus habitantes la mayoría mujeres y niños parecen tímidos, no están demasiado habituados a las visitas.
Los verdaderos artífices de la artesanía local, «los maestros ebanistas» se encuentran concluyendo un importante trabajo en la capital. Son verdaderos artistas de una tradición que pasa de padres a hijos, artesanos madereros capaces de crear la más bella artesanía del Hemisferio Sur. La Unesco proclamó el trabajo de la madera de los Zafimaniry en 2003 como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad
Las mujeres nos muestran pequeñas artesanías de uso cotidiano: saleros, abrecartas, servilleteros, peines, figuras…etc. Sin duda son un modo de añadir alguna ganancia a su sustento.
Hoy día la tradición de la artesanía de la madera, que supone su principal fuente de ingresos, incrementa la deforestación de la zona.
Alrededor de las casas vemos campos cultivados de arroz, maíz y boniato.
La excursión vale las bonitas fotos que puedes hacer en el aislado poblado. Los niños, la familia, las casas, sus ventanas labradas, sus puertas macizas o la bucólica vida de aldea…
En resumen Ifasina es un lugar de paz y armonía con gente sencilla que abre su puerta al visitante.
Esta parte de la isla tiene la calidez y el color de su tierra roja, que contrasta tan bellamente con el verdor de los campos de arroz.
Es un territorio que emana tranquilidad y paz, donde da gusto pasear por sus mercados, observar a su gente, fotografiar sus paisajes y dejarse empapar por sus tradiciones la mayoría a día de hoy «orales». Patrimonio oral de la Humanidad. Su universo natural y animista, gira en torno de los secretos bien guardados durante generaciones.
Andando de regreso, llegamos al coche cansados pero instruidos y admirados por haber conocido una aldea que aún hoy quiere mantener su aislamiento, así como también por el buen trabajo artesanal de sus habitantes.
Nos alojamos en Ambaladingana, en un ecolodje de autenticas y maravillosas cabañas artesanales.
En su interior destaca el olor de madera vieja, los bonitos grabados de las ventanas, y el crujir de nuestros pasos.
Es muy agradable encontrar hospedajes que conserven todo el encanto y el sabor del entorno. Te hacen vivir el lugar con mayor intensidad incluyéndote en él.
viaje / Madagascar octubre 2015
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Es tan espectacular, que parece una serie de tv. y esperas impaciente al proximo capitulo.
Gracias Carmen! me encantan tus comentarios! pué…hasta el próximo capítulo…